miércoles, 9 de mayo de 2012

Libertad y registro: la invención del epifenómeno

"Which bodies come to matter ––and why?" Judith Butler.

Dentro del programa libertario de la modernidad, se encuentra el restarle importancia simbólica a aquellas cosas que no podemos controlar –origen social, hechos traumáticos, condición sexual, etc.– Solo en la medida que estas condiciones existenciales se incorporan al terreno de lo alterable es que pueden volver a tomar protagonismo simbólico. Por ejemplo, en la medida en que la sexualidad pueda cambiarse a gusto –terapia hormonal–, esta volverá a tomar fuerza semántica. Simultáneamente se intenta enfatizar aquellas cosas que sí podemos cambiar [1]. Es desde esta perspectiva de la modernidad que se debe entender y proyectar la sexualidad en nuestro tiempo. También es preciso entender los límites de esta tendencia libertaria. El diálogo entre modernidad y tradición que se da en la pos-modernidad es algo más que antagonismo, es una sinergía ante desafíos comunes. La estandarización es uno de esos procesos paradójicos donde se sacrifica la diversidad en algunos territorios para permitir la explosión de diversidad en otros –ejemplo notable es el Hypertext Transfer Protocol (http)–.

[1] Ya sea con o sin ayuda de la voluntad. Y sin embargo estas dos formas de libertad –la del mérito y la fortuita– contribuyen diferente al orden social. El primero contribuye al orden vertical mientras el segundo al orden horizontal. Siendo los movimientos del individuo social, una transversalidad de ambas. Un ejemplo interesante de ello está en el contraste con que Bourdeiu y Lipovestky tratan el fenómeno de la moda: el primero revela su naturaleza vertical mientras el segundo, más que reemplazar, reincorpora su componente horizontal –y es que la horizontalidad de un movimiento en un sujeto puede corresponder a un movimiento vertical desde la perspectiva de otro sujeto–.

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