jueves, 30 de septiembre de 2010

El derecho a replica de Savonarola

Cae este link y levanta polvo.

"Y también predijo que los jóvenes que hoy hacen un intenso uso de las redes sociales podrían un día no muy lejano exigir el derecho a cambiar sus nombres para escapar de su pasado en Internet."

Eso me recuerda un correo que alguna vez envié a un famoso emprendedor -según el New York Times "un polímata sobresaliente"-. En el primer correo me identifiqué como Juan Diego Jaramillo, colombiano que habia leído el New York Times y que estaba interesado en compartir algunas ideas. Y algo hice bien porque él me contestó. Me contó que le agradaba Colombia y que era muy amigo de los Samper Pizano, familia a la que visitaba en sus escasas visitas al país. Me preguntó si conocía a Ernesto Samper (algo tuve que hacer mal para que me preguntara eso). En el segundo correo, tras esclarecerle mis vinculos ausentes con la familia Samper procedí al motivo de mi correspondencia. Este hombre era "polímata" y amigo del mismísimo Dalai Lama, también había escrito un ensayo sobre "The Cognitive Imprints of Birth", era el interlocutor perfecto en este tema que me inquietaba. No recuerdo bien las palabras que usé, pero si el grueso del asunto. Se trataba de mis predicciones sobre un futuro, no muy lejano, en el que lo regular sería que los hombres vivieran por varios siglos. Nada de mística, esto sería facilitado por las nuevas tecnologias en el campo de la biología molecular. Pero ese era solo el preámbulo. Mi "insight" era una hipótesis sencilla pero novedosa sobre la transformación de la identidad. Era novedoso porque constituía una ruptura con paradigmas establecidos (Highlander y peliculas de Vampiros). La clave estaba en identificar que el proceso regenerativo incluía a la memoria. La eternidad de la vida sería inaprehensible para una memoria finita y su transcurrir sería un proceso continuo similar al desplazamiento de un frente de onda donde la vieja información es reemplazada por nuevos recuerdos. Tras suficiente tiempo de vida, no existiría rastro alguno de recuerdos que en nuestra actual condición son considerados sagrados, puntos cardinales de la identidad: nuestros padres, nuestros hijos, nuestra profesión, etc. (al parecer aún no conocía a los millones de hijosdeputa sin empleo, entre los que se encuentran algunos poetas mayores). Cabe decir que el polímata nunca contestó mi correo (es posible que se haya robado mi idea). Se imaginan un individuo sin memorias propias? es la imagen perfecta de la modernidad. Lo curioso es que el artículo que me lo recuerda, hace referencia a la condición inversa: memoria infinita y vida finita. Sería el imperio de la memoria, la condición posmoderna por antonomasia. Lo que en mi hipótesis del hombre eterno es condicion natural, para los activistas del olvido es una demanda cultural. Ya en este punto, si sigen leyendo es porque algo bueno he hecho. Por ende es tiempo de revelar mis ultimas cartas, mi segunda epifanía: la vida eterna y la memoria finita no son más que la vida finita y la memoria infinita. Entre mayor es la memoria menor es la vida, no lo notamos pues reencarnamos constantemente. Entre mayor es la vida menor es nuestra memoria, no lo notamos. Pero esa, esa última es solo una sospecha.

PDT: es de mi conocimiento que algunos de mis lectores se ofenden por el uso de palabras "vulgares". Les pido el favor de no hacermelo saber de nuevo.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Daniel Bell: sobre Educación Superior.

La revolución, ya sea como tragedia o como farsa, no es el escenario para la “reconstrucción racional” de la investigación conceptual. Algunos estudiantes gritaban, mientras organizaban danzas del vientre en los prados de Columbia: “¿Quién eres tú para decirme qué cursos tomar?” A lo que yo solo podría responder: “Tú no sabes lo que no sabes. Si lo supieras, no me necesitarías. Así como están las cosas, me necesitas.

Daniel Bell en su nuevo prólogo al ya clásico Bell: The Reforming of General Education.

PD. Mi apropiación de la anterior cita de Bell es en la clave de Mangabeira: la rebeldía es un preámbulo, "tiene que ser seguida por un proyecto, si no fracasará."

viernes, 10 de septiembre de 2010

A mi me gusta el aguacate pero no me como la pepa

Con motivo de los últimos debates nacionales (los Londoño vs. los Cepeda?) intento aportar mi opinión que espero sea de alguna utilidad. Parto de una contestación a la columna: El colectivo de abogados y sus jefes extranjeros, por Eduardo Mackenzie.

La pulpa

Tampoco me pareció un acierto, desde la óptica política, el demandar al expresidente Uribe por traición a la patria. Legalmente tampoco es muy clara la demanda.

La pepa: una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa

Empieza criticando la acusación de traición a la patria por parte del Colectivo José Alvear Restrepo. Con esto gana la simpatía de muchos. Acto seguido pretende que con el mismo criterio (político) demos la espalda a la investigación sobre los "falsos positivos" y a la tortura y posterior asesinato por parte de militares a sospechosos de la toma del palacio de justicia (por no mencionar las graves inconsistencias en lo acontecido al magistrado Carlos Horacio Urán).

Criterios selectivos

Según nos convenga seleccionamos el tipo de argumento, ya sea ético, político o legal. Por ejemplo cuando no tenemos la razón legal apelamos a la razón ética (o política) y viceversa. En esta práctica tendemos a caer todos los que nos animamos a opinar con "argumentos".

En el siguiente párrafo explico porque prefiero el argumento legal en el caso de las acciones del Colectivo. No es que los argumentos políticos y éticos no deban cuestionar a la ley, pero creo que hay que procurar canales apropiados para tramitar dichos cuestionamientos (para ello están, por ejemplo, las reformas legislativas).

Más que destruir el conflicto hay que deconstruirlo

El objetivo es acabar con la violencia armada como medio para satisfacer ambiciones políticas. Hay dos caminos: i) construir consenso o ii) construir medios civilizados para el disenso. Cuando se cuestiona a la ley, por no ser "políticamente correcta", ésta pasa de ser una máquina al servicio del disenso civilizado a ser una máquina al servicio del consenso politizado. La guerrilla también participa de esta farsa practicando los criterios selectivos; sus actos violentos son justificados políticamente (o al menos eso pretenden), mientras que sin el menor pudor lanzan una ofensiva jurídica contra el estado colombiano. Pero que hacer frente a la estrategia de "todas las formas de lucha"? Creo yo que la solución es subordinar la dialéctica izquierda-derecha a una mucho más importante: violencia armada-ley. Porque en la primera podemos disentir, pero en la segunda no. Solo puede haber una apuesta: el imperio de la ley. Y no cualquier "ley"; una ley imparcial, la corrección política debe hacerse en el congreso no en la judicatura. Incluso si esto implica aceptar en ocasiones (que no siempre) decisiones legales que pueden interpretarse como una ignominia política.

Lo bueno de los "malos"

Cuando se logra encauzar el conflicto por los canales de la ley, el enemigo político se convierte en nuestra conciencia. El conflicto legal es el autocontrol de una sociedad. El Colectivo puede tener una afinidad ideológica con el radicalismo de izquierda pero no por ello debemos desestimar todas sus campañas jurídicas. Algunas son bienvenidas ("falsos positivos") y probablemente muchas no verían la luz sino fuese por ese radicalismo que las motiva, pero que debe permanecer encauzado en la ley. El expresidente Uribe era considerado un lider político para las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), pero esto por sí solo, no lo convierte en un paramilitar. De hecho, ignorando por un momento los cuestionamientos legales de su administración, su exitosa apuesta en la democracia como medio para el poder contribuyó a la desmovilización de las AUC (más fueron los que quisieron pescar en río revuelto, pero en su momento Carlos Castaño, que sí picaba el cebo ideológico, lideró el proceso de desmovilización). Se trata pues de no castigar a los medios civilizados cuando son una herramienta para los actores del conflicto. Otra cosa es que se pruebe que las prácticas legales, no eran tales y que esconden, no intereses cuestionables (que bien pueden tenerlos), pero prácticas ilegales. Finalmente, sé que este discurso padece de las debilidades de toda apuesta legalista; entre otras, exige una voluntad de justicia por parte de los administradores de la ley. En ese sentido son necesarios los mecanismos para ejercer control sobre la judicatura, es solo que no podemos pretender que el control esté a cargo de los judicializados. Cierro con este mensaje: frente a las decisiones judiciales, ya sean las demandas del Colectivo, o de Uribe o sobre el holocausto del Palacio de Justicia, la palabra más importante es la palabra menuda, la de los eventos concretos, la de la evidencia empírica. Los discursos históricos e ideológicos en un estrado, y en especial en un juicio penal, suelen ser sofismas de distracción.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Progresistas: entre la modernidad y la tradición.

Para bien o para mal, los activistas de movimientos liberales siempre serán víctimas del viejo orden. Nunca ejercerán la libertad con inocencia, siempre serán reaccionarios. Pero se trata de que las generaciones venideras sí puedan serlo. Esto tiene consecuencias concretas como en el debate sobre el reconocimiento legal y político de las comunidades LGBT. Algunos liberales han tildado a estos movimientos de conservadores en cuanto buscan apropiarse de instituciones tradicionales [1]. Yo comparto que estas proyecciones del movimiento liberal no son estrictamente liberales, en tanto no se inscriben en la dialéctica modernidad-tradición, pero no creo que esto implique que son conservadores. Siguiendo la línea de libertad con inocencia, creo que estos movimientos son una forma de progresismo, en tanto desplazan las fronteras sociales –esos derroteros del liberalismo– a otros dominios de la existencia. Es como una forma de colonización. La apuesta progresista es ir cada vez más lejos en el terreno colonizado, en contraste con aquellos que prefieren un terreno de disputa estático. Es importante entender que este dilema no es una apuesta excluyente entre el liberalismo y la tradición. Si bien hay un impulso conservador (conciente o inconsiente) por desliberalizar la sociedad vaciando de contenido el acto de subversión cultural [2], no es esto lo que está en juego en el activismo legalista dentro de las comunidades LGBT. Este dilema es sobre la libertad con inocencia y no va en detrimento del activismo liberal. El problema es que nuestro limitado lenguaje atrapado en el antagonismo liberal-conservador termina por implicarlo. Como ya he dicho, nuevas fronteras han de trazarse los liberales tras los terrenos ganados y cedidos a la nueva tradición.

PD. Quizas sea más preciso hablar de libertad negativa y positiva en reemplazo de libertad con inocencia y transgresora, respectivamente.

[1] Ver p.e. la columna Contra el matrimonio gay, por Héctor Abad Faciolince. O en un tono menos sectario ver Crece el matrimonio gay, por Humberto de la Calle.

[2] Ante esta industria nos debemos oponer con el lenguaje de la cotidianidad, el contra-espectaculo. Para seguir este debate en particular, ver p.e. el ensayo La sexualidad y su sombra, de Ignacio Castro Rey.

Algo va del nihilista al estilista

Mi pretensión en este post fue ser sarcástico con el romántico nihilista. Pero entre mi limitada elocuencia y fama de optimista no logre sino reforzar mi patetismo.

Ahora opto como el carnicero, ese artista que a sus oleos titula: "esto es una obra maestra". Peor aún, me doy el patético descaro –adjetivos vacunativos– de aducir ambiguedad en el mensaje –algo solo lícito en primera persona–. Las pistas del sarcásmo no solo están en el título también en el escrito, pero no lo hago a través de la exageración como lo demanda el canon, la lógica, el sentido común y la belleza sino de forma explícita y atravesada, en detrimento de la consistencia del personaje imaginado. He pensado en la estrategia de insinuar que el personaje es complejo, que se contradice, que tiene sentido de la ironía. Pero como hacer sarcasmo con un personaje que posee sentido de la ironía? Es como aplastar un líquido. Podría congelarlo... al líquido, digo. Al personaje podría emborracharlo, eso le bajaría su complejidad y quizás su sentido de la ironía (bueno todo depende si los borrachos dicen la verdad o lo que de verdad piensan). El barroco es una forma de decadencia como la obesidad. Peor aún, es la obesidad estetizada. Aquí va

Esto es sarcasmo

Para preservar la pureza de mis convicciones he pintado de igual color los contornos de la historia. Todo o nada, esa es la brecha entre el teatro y la realidad. Ese es el único chance que le ofrezco a la historia. Mañana todo cambiará; mañana nada cambiará. Así viven ellos, ante la precipitación del todo. Como galgos en la línea de salida. Que patético cuando alguno sale en falso; más no se sabe nunca el momento preciso de salida, solo el momento de llegada, que por cierto, nunca llega. Afirmar el orden absoluto exige negar no solo el orden real, también el posible. Porque no existen las manchas; las manchas son los rotos del disfraz exponiendo la podrida realidad. Así son ellos, los que son y los que hemos sido.

Links relacionados: La democracia sin intelectuales, por Eduardo Posada Carbo (El Tiempo).

PD. Sí, el sarcasmo es imprecación pero solo recuerde que imprecar no es patear un balón detenido.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

La decadencia en la posmodernidad: respuestas a un humanista ilustrado.

Algunas objeciones sobre la visión decadente del devenir de la cultura en Mario Vargas Llosa. Con base en su escrito: Breve discurso sobre la cultura.

En este post no pretendo cuestionar la necesidad por un sentido común, una noción del todo (sin caer en totalismos, todo lo contrario a modo de minimalismo) que se perfila en el escrito de Vargas Llosa y el cual comparto, en especial en nuestro tiempo planetario. Lo que no comparto es la forma concreta en que él y otros tantos humanistas ilustrados dan a esa búsqueda de integridad. He de cuestionar algunos de sus argumentos. Encuentro sumamente valioso el aporte de calidad que Vargas Llosa ofrece en este debate.

Del prohombre al cuerpo institucional

El especialista, si bien se presenta en su temprana manifestación histórica en contraste con el ideal renacentista de la interdisciplinariedad, ha ido lentamente tejiendo puentes entre disciplinas. Estos puentes, si bien ya no se configuran alrededor del individuo, lo hacen a través de instituciones (en el sentido amplio de la palabra: cuerpos burocráticos, mercado, tendencias estéticas, etc.). Vargas Llosa aduce que una de las funciones que solía asociarse a la cultura era la comunicación entre diferentes ramas del conocimiento. No deja de ser irónico que el lado oscuro del ideal renacentista o ilustrado de la cultura sean la autosuficiencia, principio naturalmente anticomunicativo. Pero mas allá de ironias, está la siguiente observación: si hay dos ramas diferentes del conocimiento y un especialista por rama, ciertamente la necesidad de comunicación implica que cada uno de los especialistas se entere de nociones basicas de la otra rama. Si ahora consideramos 4 personas, dos en cada rama, entonces podríamos imaginar la siguiente distribución más o menos natural de funciones: en cada rama habrá uno altamente especializado y otro "híbrido" cuya especialización pasa por el imperativo de comunicarse con su equivalente "híbrido" en la otra rama. Asi, los "hibridos" quitan cierta exigencia a los altamente especializados de tener que abrir su propio lenguaje. La diferencia es que en la ciencia ya no son 4 o 5, son cientos de miles. El error en que cae Vargas Llosa y muchos otros humanistas al utilizar argumentos utilitaristas (en pro de la salud social) es el de establecer una relación ahistórica entre las funciones sociales y el individuo (ver mi post (blog CritiCAS): Egos in Dispute). La creciente especialización, si bien tuvo su edad autista ha ido superando esa etapa. No lo hace volviendo al ideal renacentista pero através de la noción interinstitucional. Como bien lo dice Foucault "ha muerto el hombre" y en su reemplazo no solo han quedado atomos dispersos, pero también un cuadro de Seurat.

Crisis de la razón mass-mediática: nuevas cartografías

La razón implica la discusión de límites. Allí donde no hay límites, la razón está de más. La sociedad de la información amplió los límites de la esfera pública y en consecuencia el discurso racional se ve enfrentado a su reconfiguración. A menudo, los defensores de la racionalidad confunden las ampliaciones de estos límites con su ausencia. No se aventuran a descubrir esas nuevas fronteras desde donde una nueva racionalidad ha de emerger. Esta crisis de la racionalidad también podemos observarla en la transición de la tradición rural a la urbana ("el provinciano en la ciudad") o en el adolescente formado bajo estrictas normas dentro de la familia y que hace su transición a un espacio como el universitario, donde los límites suelen ser más amplios. La primera impresión es la ausencia de valores, cuando lo que ocurre es una transición hacia un nuevo horizonte. En particular, la crisis que denuncia Vargas Llosa corresponde a la transición del modelo de información unidireccional a uno bidireccional, del mass media al social media. Una de sus críticas es que en el social media se pierde la noción del valor objetivo. Es cierto que el viejo modelo, a través de las jerarquías institucionales guardaba la autoridad discursiva, dentro de los cuales se encontraban algunos objetivables. Es de esperar que bajo las nuevas condiciones comunicativas las viejas instituciones se vean desafiadas. Pero esto no implica que la estrategia institucional vaya a desaparecer, simplemente se debe reinventar. De todas maneras habrán dominios del conocimiento que no volverán a ser los mismos, no gozarán de esa homogeneidad impuesta que ha caracterizado a las empresas modernas. Las condiciones para un objetivable se han hecho más dinámicas; en cierta forma y aunque parezca contradictorio, más exigentes.

(A continuacion sigue un desenlace delirante, donde el culturalismo ancestral es presentado, en un movimiento miope, como unica oposicion al modernismo ilustrado. Comun error el de ignorar las nuevas formas de diversidad.)

Habrán disputas semanticas, porqué la modernidad nos quitó muchas palabras. Ahora los hijos bastardos de la modernidad exigen el reconocimiento de sus raíces premodernas, pero ya olvidaron el lenguaje de sus ancestros. Mientras lo encuentran se apropiaran de las palabras modernas, las cuales son belicosas, colonialistas, egoistas y monopólicas. También virtuosas, y es por ello que cuando finalmente encuentren ese lenguaje ancestral será demasiado tarde. Sin embargo su busqueda no habrá sido en vano; en el camino habrán dejado atrás a la modernidad, a la modernidad primera.

Post relacionados: Vargas Llosa vs. las culturas 1 y 2 (Blog: Puente aéreo, de Gustavo Faverón Patriau).

PD. La ciencia también se alimenta del pasado, pero como el arte, también necesita complementar su dieta con el presente y el futuro.
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