sábado, 15 de mayo de 2010

Sobre periodismo (2da Parte)

Este post es una continuación de la reflexión sobre la ética periodistica (ver posts relacionados). La reflexión también aplica a otras prácticas del ejercicio crítico, como lo son el humor y el arte, donde existe una interlocución con el público. Deseo anotar la reiterada observación de que cada vez que la escuela de Coronell (ver x ej. [1]) defiende la independencia del periodista con relación al público, lo plantea desde el supuesto de que toda respuesta que el periodista pueda tener con el público es de condescendencia. Es preciso revisar este supuesto ya que parece ser el motivo tras el rechazo de la ética hermenéutica por parte de la escuela de Coronell y quiza de la ética moderna en general. A la luz de esta reflexión, la palabra "diálogo" toma un cariz muy diferente al de "comunicación". Cuando hablamos de diálogo se evoca cierta complicidad entre los interlocutores, mientras que la palabra comunicación parece limpia, objetiva, gramatical, moderna. Siendo mi propósito, el encuentro de la modernidad con la posmodernidad, veo la necesidad de establecer relaciones de equivalencia entre ambos paradigmas. Parto de dos supuestos [2]: el primero es que a nivel epistemológico fundamental, la relación modernidad-postmodernidad es dual, queriendo decir que una no está sobre la otra y que para cada juicio general moderno existe un unico juicio general postmoderno. El segundo supuesto es la existencia de una necesidad social por ambos paradigmas, necesidad que debe tomar forma híbrida específica, en función de un problema social concreto. Volviendo al problema concreto de la condescendencia en el periodismo, es preciso formular instancias alternativas a la condescendencia en la comunicación periodista-público. Uno de ellos y claramente opuesto es la exigencia. Uno puede ser exigente con el público. Esta actitud, que a menudo es bienvenida por el espíritu modernista, compromete, sin embargo, la independencia de la fuente. El autor (periodista, artista, etc.), ajusta el nivel de compromiso (moral, tecnico, etc.) de lectura a un nivel ligeramente superior al status quo del receptor. Para ello debe hacer un juicio previo sobre el estatu quo del público lo cual constituye una forma de comunicación del público al autor. Este ejemplo responde la pregunta sobre la existencia de instancias comunicativas alternas a la condescendencia y le revela al espiritu modernista la existencia de un espacio para una ética de la comunicación. Su materializacion exige extender el argumento de la "exigencia" a una gama más amplia de posibilidades en la comunicación autor-publico. Pero ese ejercicio lo dejo para otra ocasión; me interesa tratar ejemplos cuya aceptación en la tabla clásica de valores modernos es improbable, pero necesaria en el espíritu pragmático de la hibridación entre lo moderno y lo postmoderno. Me refiero al papel de la persuación. Allí donde la realidad, objeto sagrado de la modernidad, es profanada. Como justificarla ante los ojos modernos? que esos ojos observen la "realidad": vivimos en un ambiente mediático, donde el hiper-registro permite la construcción selectiva de la realidad y una interpretación controlada (framing) de los escasos hechos (eventos centrales) que escapan a la censura. ¿Como rescatar la objetividad en este contexto sino es como un agregado de acciones subjetivas? la objetividad moderna se torna una ficción más, la independencia toma otro cariz; el de la subjetividad asumida. Esto no quiere decir que el periodista deba buscar sus intereses personales en el ejercicio de su profesión, pero tampoco lo prohibe. Ésto lo que dice es que debemos repensar quienes somos. Entender que la supervivencia de los periodistas depende primero de la supervivencia del periodismo y es en ese imperativo de supervivencia donde el periodista encuentra su imperativo ético. Por último quiero dejar una breve reflexión sobre la condescendencia. La condescendencia en su uso despectivo puede oscurecer el papel de la concesión en la comunicación [3]. La concesion en su dimensión retórica puede ser un gesto de reconocimiento del Otro que no siempre implica paternalismo o engaño y por el contrario allana el terreno para una comunicación más efectiva. Si bien es cierto que el periodista no puede extraviar el mensaje buscando al lector, tampoco debe extraviar al lector.

Posts relacionados: El periodismo según Coronell, Sobre periodismo (1a Parte).

Postdata: remito a la columna "Las cartas sobre la mesa" por Daniel Samper Pizano donde se recuerda el papel de la "intención declarada" como acto de transparencia en el periodismo de opinión y la importancia de mantener la neutralidad en el periodismo informativo. Esta columna hace alusión al riesgo de la subjetividad en el periodismo informativo, pero trata el problema de forma clásica (no menos importante) donde el ejercicio de la subjetividad es conciente y/o reaccionario y por ende, facil de identificar, si bien no siempre de cuestionar. Esto contrasta con el problema de la subjetividad inconciente la cual exige un reconocimiento del Otro para poder ser regulada. También remito al artículo ¿Importan los críticos de cine? por Armond White y publicado en la revista El Malpensante. En este se hace una reflexión acerca de la relación entre la opinión experta y el público en el contexto de la crítica de cine y su devenir en los nuevos medios. La posición del autor puede asociarse con el discurso de la modernidad ilustrada. Su defensa de la crítica experta se centra en atribuirle al crítico (de cine) la función de intérprete del estado moral, político y cultural del arte (cinematográfico) y de la sociedad que registra. Al ignorar los argumentos post-modernistas en defensa de la popularización del arte el texto deviene en un ensayo sin horizonte histórico. En particular no reconoce (mucho menos explica) la creciente preferencia del gran público por la mediación estétizada, lo cual implica un llamado a la estetización del texto crítico y/o el reemplazo del gran público como interlocultor de la crítica experta.

[1] "Los lectores deben seguirlo a uno, uno no a los lectores" Daniel Samper Ospina (1a Parte del video click here).

[2] Estas son hipotesis de trabajo que no deben tomarse dogmáticamente. En efecto, los principios propuestos constituyen una formulación demasiado ecléctica de la dicotomía modernida/postmodernidad. Desde esta teoría dual sería difícil explicar el persistente conflicto a todo nivel (cultural, económico, político y filosófico), ampliamente registrado por la historia alrededor de la dicotomía en cuestión. Tampoco me atrevo a descartar la posibilidad de dicha explicación pero no he de defenderla a priori.

[3] La concesión puede llegar a jugar un papel tan importante como el consenso en la comunicación, y cuyo fin es la consistencia del mensaje entre el emisor y el receptor. Incluso podríamos arguir que existe una línea que conecta a ambos; decir que la concesión es la expresión politica (postmoderna) del consenso y el consenso es la expresion técnica (moderna) de la concesión. El que parezcan objetos diferentes obedece a que, a menudo utilizamos de forma selectiva la óptica moderna o postmoderna.

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