miércoles, 1 de septiembre de 2010

La decadencia en la posmodernidad: respuestas a un humanista ilustrado.

Algunas objeciones sobre la visión decadente del devenir de la cultura en Mario Vargas Llosa. Con base en su escrito: Breve discurso sobre la cultura.

En este post no pretendo cuestionar la necesidad por un sentido común, una noción del todo (sin caer en totalismos, todo lo contrario a modo de minimalismo) que se perfila en el escrito de Vargas Llosa y el cual comparto, en especial en nuestro tiempo planetario. Lo que no comparto es la forma concreta en que él y otros tantos humanistas ilustrados dan a esa búsqueda de integridad. He de cuestionar algunos de sus argumentos. Encuentro sumamente valioso el aporte de calidad que Vargas Llosa ofrece en este debate.

Del prohombre al cuerpo institucional

El especialista, si bien se presenta en su temprana manifestación histórica en contraste con el ideal renacentista de la interdisciplinariedad, ha ido lentamente tejiendo puentes entre disciplinas. Estos puentes, si bien ya no se configuran alrededor del individuo, lo hacen a través de instituciones (en el sentido amplio de la palabra: cuerpos burocráticos, mercado, tendencias estéticas, etc.). Vargas Llosa aduce que una de las funciones que solía asociarse a la cultura era la comunicación entre diferentes ramas del conocimiento. No deja de ser irónico que el lado oscuro del ideal renacentista o ilustrado de la cultura sean la autosuficiencia, principio naturalmente anticomunicativo. Pero mas allá de ironias, está la siguiente observación: si hay dos ramas diferentes del conocimiento y un especialista por rama, ciertamente la necesidad de comunicación implica que cada uno de los especialistas se entere de nociones basicas de la otra rama. Si ahora consideramos 4 personas, dos en cada rama, entonces podríamos imaginar la siguiente distribución más o menos natural de funciones: en cada rama habrá uno altamente especializado y otro "híbrido" cuya especialización pasa por el imperativo de comunicarse con su equivalente "híbrido" en la otra rama. Asi, los "hibridos" quitan cierta exigencia a los altamente especializados de tener que abrir su propio lenguaje. La diferencia es que en la ciencia ya no son 4 o 5, son cientos de miles. El error en que cae Vargas Llosa y muchos otros humanistas al utilizar argumentos utilitaristas (en pro de la salud social) es el de establecer una relación ahistórica entre las funciones sociales y el individuo (ver mi post (blog CritiCAS): Egos in Dispute). La creciente especialización, si bien tuvo su edad autista ha ido superando esa etapa. No lo hace volviendo al ideal renacentista pero através de la noción interinstitucional. Como bien lo dice Foucault "ha muerto el hombre" y en su reemplazo no solo han quedado atomos dispersos, pero también un cuadro de Seurat.

Crisis de la razón mass-mediática: nuevas cartografías

La razón implica la discusión de límites. Allí donde no hay límites, la razón está de más. La sociedad de la información amplió los límites de la esfera pública y en consecuencia el discurso racional se ve enfrentado a su reconfiguración. A menudo, los defensores de la racionalidad confunden las ampliaciones de estos límites con su ausencia. No se aventuran a descubrir esas nuevas fronteras desde donde una nueva racionalidad ha de emerger. Esta crisis de la racionalidad también podemos observarla en la transición de la tradición rural a la urbana ("el provinciano en la ciudad") o en el adolescente formado bajo estrictas normas dentro de la familia y que hace su transición a un espacio como el universitario, donde los límites suelen ser más amplios. La primera impresión es la ausencia de valores, cuando lo que ocurre es una transición hacia un nuevo horizonte. En particular, la crisis que denuncia Vargas Llosa corresponde a la transición del modelo de información unidireccional a uno bidireccional, del mass media al social media. Una de sus críticas es que en el social media se pierde la noción del valor objetivo. Es cierto que el viejo modelo, a través de las jerarquías institucionales guardaba la autoridad discursiva, dentro de los cuales se encontraban algunos objetivables. Es de esperar que bajo las nuevas condiciones comunicativas las viejas instituciones se vean desafiadas. Pero esto no implica que la estrategia institucional vaya a desaparecer, simplemente se debe reinventar. De todas maneras habrán dominios del conocimiento que no volverán a ser los mismos, no gozarán de esa homogeneidad impuesta que ha caracterizado a las empresas modernas. Las condiciones para un objetivable se han hecho más dinámicas; en cierta forma y aunque parezca contradictorio, más exigentes.

(A continuacion sigue un desenlace delirante, donde el culturalismo ancestral es presentado, en un movimiento miope, como unica oposicion al modernismo ilustrado. Comun error el de ignorar las nuevas formas de diversidad.)

Habrán disputas semanticas, porqué la modernidad nos quitó muchas palabras. Ahora los hijos bastardos de la modernidad exigen el reconocimiento de sus raíces premodernas, pero ya olvidaron el lenguaje de sus ancestros. Mientras lo encuentran se apropiaran de las palabras modernas, las cuales son belicosas, colonialistas, egoistas y monopólicas. También virtuosas, y es por ello que cuando finalmente encuentren ese lenguaje ancestral será demasiado tarde. Sin embargo su busqueda no habrá sido en vano; en el camino habrán dejado atrás a la modernidad, a la modernidad primera.

Post relacionados: Vargas Llosa vs. las culturas 1 y 2 (Blog: Puente aéreo, de Gustavo Faverón Patriau).

PD. La ciencia también se alimenta del pasado, pero como el arte, también necesita complementar su dieta con el presente y el futuro.

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