domingo, 25 de julio de 2010

Ley sin legalismos, ética sin idealismos

La noción liberal de "frenos y contrapesos" en la organización del Estado tiende a trasladar el problema ético, de gobernantes y ciudadanos, a un problema estratégico. La ley, cuya concepción ética es la de mediar entre agentes en conflicto conformando una triada dinámica, degenera en la dialéctica agente-ley, en lo que suele denominarse como legalismo (capitalismo salvaje, leguleyadas, etc.). Sin embargo, la acción estratégica no se contrapone a la acción ética. Esta observación es importante en cuanto nos aleja del idealismo cartesiano. También representa un punto de partida concreto para recuperar la triada dinámica. La democracia permite recuperar el valor estratégico de la ética (ya presente informalmente en transacciones comunitarias) en la política pública. Sin embargo, la ética así concebida, posee una calidad dependiente en los mecanismos democráticos en que se articula. Conocemos bien la vulnerabilidad de una ciudadanía con poder democrático, pero sin la capacidad de hacer lecturas críticas de los hechos políticos. En ese estado de cosas el capital ético se puede convertir en un arma de violencia política. Es por ello que el ecosistema comunicativo (noticieros, foros, etc.) es crítico para limitar la especulación del capital ético.

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