domingo, 14 de marzo de 2010

Por qué se vota cuando se vota

A propósito de las pasadas elecciones parlamentarias, me quedaron las siguientes reflexiones para tomar en cuenta a la hora de escoger el logotipo y el número de nuestra preferencia. Espero aplicar y perfeccionar estos criterios en campañas venideras. Algunos criterios son obvios y otros no tanto, lo importante es saber ponderarlos. También son validos en camapañas no parlamentarias. Esta es la lista:

I- Cuando votamos por un candidato debemos tomar en cuenta que su comportamiento legislativo está amarrado a la opinión de su bancada, es decir de su partido. Si bien un candidato bueno en un partido mayoritariamente malo contribuye a la renovación del partido, el ideal es buscar un buen candidato adscrito a un buen partido. Dada la cantidad de inscritos y la creciente oferta informativa no es remoto encontrar tal escenario, pero en su ausencia, recuerde que el voto coyuntural también es estratégico. Tampoco sobra echarle un vistazo a la ley de bancadas vigente para afilar nuestra decisión.

II- El discurso de un candidato ejemplificado en sus propuestas, programa de gobierno y debates públicos es fundamental para saber por quién se está votando. Un candidato de opinión contribuye a la construcción de una democracia deliberativa, las propuestas y/o programas de gobierno demuestran transparencia, responsabilidad y disciplina. Pero estos elementos discursivos no son suficientes, es necesario exigir una trayectoria que garantice tanto el compromiso real con dicho discurso, como también su capacidad ejecutoria de los mismos.

III- Para el Senado tenemos la oportunidad de votar por un candidato con discurso regional o nacional. Mi consejo es que un buen candidato con discurso autenticamente nacional vale el doble que un candidato no tan bueno con un discurso regional (en el congreso se discuten leyes de competencia nacional). Además para el lobby regional está la Camara.

IV- Por último. También se vota por una forma de hacer política – y democracia en particular –. Podemos distinguir entre los autodenominados realistas e idealistas. Los realistas se subividen en hipócritas y/o pragmáticos. Los idealistas, a su vez, en ingenuos y/o pioneros. Le corresponde a usted adivinar la etiqueta que mejor le corresponde a cada candidato. Probablemente esta elección hable más de usted que del candidato, después de todo, la política como la economía financiera tienen un alto componente de self-fulfilling prophecy (profecia autocumplida). Este no es un criterio sencillo pues no todo lo que es pragmático falta a la ética, ni todo lo que es ético, es viable. Sin embargo, hay un criterio que no da pie a ambigüedades y es el de la transparencia; a un candidato se le puede perdonar que sea cínico o ingenuo, pero lo que no se le puede perdonar es que no sea transparente con sus prácticas políticas.

Por simple goce extiendo la lista de calificativos para realistas e idealistas. Los realistas pueden ser cínicos, honestos, pragmáticos, aristotélicos, conservadores, tradicionalistas e hipócritas. Los idealistas pueden ser humanistas, reformistas, ingenuos, inexpertos, pioneros, platónicos, locos, utópicos, infantiles. Los invito a que propongan otros calificativos de uso popular y no tan popular, y recuerde que no existe mérito per se entre tomar una actitud realista o idealista frente a la vida y en particular, en cuestiones políticas.

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