miércoles, 20 de marzo de 2013

Nuevos libertarios


Si bien es cierto que Latino América adolece de un teísmo de Estado que contrasta con el énfasis ético de la narrativa protestante, allí están los miles de protestantes que abandonaron Europa –para crear un nuevo mundo, a su imagen y semejanza– como evidencia de que la ética también precisa de un aire libertario. El poder del Estado es tal que incluso el libertario debe obsesionarse con él, así sea solo para mantenerlo a raya.

Vale preguntarnos si tras el multiculturalismo (movimientos localistas en el territorio de la cultura, entendida en su sentido amplio) latinoamericano no hay una forma de libertarianismo, centrado ya no en la familia pero en la comunidad. Las comunidades indígenas y afrodescendientes se nutren de una tradición ética que, reforzada por la misma historia colonial, gira en torno a la comunidad. Se trata de un socialismo orgánico en tanto no gira alrededor de esa comunidad probeta propuesta por el comunismo "científico" –más teórico que empírico–. Sin embargo, hay que cuidarse de no reducir el multiculturalismo latinoamericano a la emancipación de identidades tradicionales. Esto genera una falsa seguridad, la de trasladar el riesgo de la decisión a un pasado incuestionable. También perpetua la discriminación de nuevas identidades. Su viabilidad pasa por descubrir una vocación vanguardista, un espíritu ambicioso y pragmático. Atributos ambos que constituyen un desafío pues se corre el riesgo de reproducir los mismos vicios bajo nuevas banderas. La ambición debe tomar un rumbo diferente al propuesto por la narrativa capitalista y el pragmatismo no debe tener como corolario la aceptación tácita del statu quo.


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