viernes, 19 de junio de 2009

Candidaturas sin partido

Enrique Peñalosa critica la reforma política (ver Reforma política excluyente) porque cierra la posibilidad de iniciativas independientes que pueden romper con la obesidad en que a menudo devienen los partidos políticos. Como ejemplos del éxito de dichos modelos, Peñalosa expone el caso de las alcaldías en Bogotá y medellín (Fajardo) e incluso la primera elección de Uribe. Yo creo que el caso de las alcaldías demuestra que las propuestas políticas independientes son, a nivel de alcaldías, un modelo exitoso, sin embargo no creo que el gobierno de uribe sea un modelo exitoso de propuesta independiente. No me referiré a la calidad moral de Uribe, ese no es el tema que intento exponer aquí, sino la cuestión de si las candidaturas independientes a la presidencia deban ser promovidas por la legislación electoral. Y digo que el caso Uribe es una muestra de lo que puede ir mal pues pudimos observar como durante la campaña la imagen de un candidato independiente es mucho más elocuente que la de un partido, vimos como la historia -ausente- del candidato independiente se convierte en receptor de toda clase de esperanzas políticas por parte del electorado. Y todo esto es bueno sino fuese porque al final, cuando es elegido, la independencía se traduce en ingobernabilidad y las prebendas parlamentarias (mico incluido) se presentan como la única forma de sacar adelante los proyectos legislativos del ejecutivo (una muestra: 'eliminando la competencia' y 'transfuguismo').

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