Parece haber una nueva tendencia en el discurso crítico socialista y humanista: el lenguaje infográfico (Drones y desigualdad en EEUU). La razón de su irrupción parece estar relacionada con la versatilidad del formato digital y las redes sociales, junto a la posibilidad de llegar a un público cada vez más sensible al lenguaje técnico. Esta apuesta es un arma de doble filo, la noción ilustrada de dignidad se ve amenazada por la lógica estadística. Un pensamiento quizás no tan inocente es ver en ello la posibilidad de establecer un debate en términos más científicos: la precisión, la construcción objetiva del hecho, la automatización del procesamiento de datos, etc. También parece importante el arrebatarle a ciertos cuerpos institucionales el monopolio sobre el lenguaje científico, a menudo reducido a simple mimesis. Si se acepta este lenguaje no hay que caer en el mismo juego del sofisma numérico; debemos estar dispuestos a conciliar la crítica político-moral con la exigencia del método científico. Ya entrando en materia habría que empezar por distinguir entre "precision" y "accuracy", y una colección de conceptos que parece no tener fin. Esto puede llevarnos a ejercicios crueles donde la sutileza del análisis estadístico se abre paso sobre historias humanas reducidas a una cifra. No es la primera vez, ya la democracia propone algo semejante: en vez de contar historias se cuentan votos. Esto no desapareció las historias, las multiplicó. No voy a decir que la democracia es la historia de un triunfo, pero probablemente es un proyecto que no ha sido en vano. Si aceptamos pues esta nueva lógica, no bastará con estadísticas en formatos intuitivos; será preciso explicar por qué la infografía es significativa tanto para el ojo intuitivo como para el experto; la sutileza del lenguaje estadístico esta lejos de ser inofensiva. Sólo bajo un compromiso íntegro, no meramente retórico, podremos tomar una decisión responsable desde el saber científico y ético.
domingo, 31 de marzo de 2013
jueves, 28 de marzo de 2013
The End of the Mob?
When I see people that is not only passive but actively against social activism, people that believe that individualist ethics is not only necessary but sufficient… Then I try to remember the social achievements of the XIXth and XXth centuries: constitutions, democracy (once limited and eventually universal), education, etc. Could have been all these achieved without massive mobilization or social democratic reform? Are these people totally unaware of history?… or is it something else? On the one hand are the classic libertarians. They see the State with the same eye that the protestant saw the big fat Vatican church. They see socialists like catholics asking for the mercy of god… well, demanding it, which seems equally gratuitous not to mention unfeasible. But protestants quickly understood the difference between being fat and big: The empire was big, but healthy. In fact, it was so light that as it grew, they referred to it as the expansion of freedom and democracy. What made it healthy was that it truly payoff for those committed to ethical excellence. Being born in England or Northern Europe provided some help, nevertheless Japanese didn't complained about it.
On the other hand is the idea that most major social achievements have already been done, and the only thing that is left is the fine tuning of policies which are not to be craft by demagogic politics but by expert committees. The rules of the game are practically settled, now we can just focus on playing as individuals. If there's still some residual systematic bias is to be corrected by expert committees, not by the mob whose role was only foundational.
If the big complex machine doesn't work, lets make it smaller and simpler. Then even if it has problems, it will not affect us as much. Lets run on already reliable machines. Are these reliable machines simple? were they always working or was there a path of trial and error to achieve their level of complexity and reliability?
If the big complex machine doesn't work, lets make it smaller and simpler. Then even if it has problems, it will not affect us as much. Lets run on already reliable machines. Are these reliable machines simple? were they always working or was there a path of trial and error to achieve their level of complexity and reliability?
miércoles, 20 de marzo de 2013
Nuevos libertarios
Si bien es cierto que Latino América adolece de un teísmo de Estado que contrasta con el énfasis ético de la narrativa protestante, allí están los miles de protestantes que abandonaron Europa –para crear un nuevo mundo, a su imagen y semejanza– como evidencia de que la ética también precisa de un aire libertario. El poder del Estado es tal que incluso el libertario debe obsesionarse con él, así sea solo para mantenerlo a raya.
Vale preguntarnos si tras el multiculturalismo (movimientos localistas en el territorio de la cultura, entendida en su sentido amplio) latinoamericano no hay una forma de libertarianismo, centrado ya no en la familia pero en la comunidad. Las comunidades indígenas y afrodescendientes se nutren de una tradición ética que, reforzada por la misma historia colonial, gira en torno a la comunidad. Se trata de un socialismo orgánico en tanto no gira alrededor de esa comunidad probeta propuesta por el comunismo "científico" –más teórico que empírico–. Sin embargo, hay que cuidarse de no reducir el multiculturalismo latinoamericano a la emancipación de identidades tradicionales. Esto genera una falsa seguridad, la de trasladar el riesgo de la decisión a un pasado incuestionable. También perpetua la discriminación de nuevas identidades. Su viabilidad pasa por descubrir una vocación vanguardista, un espíritu ambicioso y pragmático. Atributos ambos que constituyen un desafío pues se corre el riesgo de reproducir los mismos vicios bajo nuevas banderas. La ambición debe tomar un rumbo diferente al propuesto por la narrativa capitalista y el pragmatismo no debe tener como corolario la aceptación tácita del statu quo.
martes, 19 de marzo de 2013
El caudillismo y su contexto
El siguiente es un ejercicio de exploración argumentativa (o demagogia) para el autor. No está de más decirlo, esto no implica que deba ser así interpretado por el lector.
Al caudillismo popular latinoamericano se le denuncia como farsa y anacronismo, como expresión tropical del fascismo europeo [1]. Esta crítica tiene representantes notables en Enrique Krauze y Mario Vargas Llosa, intelectuales cuyos núcleos de influencia no son las clases populares –las cuales no necesitan argumentos para su sentimiento– sino los circuitos académicos donde se educa a la influyente clase tecnócrata. Vale preguntarnos, ¿Anacronismos de qué historia? ¿Hasta qué punto la historia latinoamericana se inscribe dentro de la europea como para que la acusación tenga sentido? Se podrían discutir los precedentes estéticos, religiosos y académicos, pero nuestra realidad política se asemeja más al medioevo europeo. Es bajo esta hipótesis que vale analizar y proyectar al caudillismo popular latinoamericano; interpretarlo como irrupción republicana y modernidad Bonapartista. Se trata de subvertir el orden neo-colonial, encarnación moderna del régimen aristocrático, y de inventar la modernidad en oposición a esa modernidad anglosajona que encarna ya a la tradición hegemónica. Es por ello que el recurso a la figura de un Bolivar inspirado en las hazañas napoleónicas ofrece algo más que un ícono, es un marco histórico de ubicación y proyección.
[1] El mismo desarraigo de la cultura epistémica en el latinoamericano hace que el caudillismo sea más demagógico que fascista.
viernes, 22 de febrero de 2013
Ateísmo 2.0 = Teísmo 2.0
Lo razonable es hipótesis de trabajo para alcanzar el estatus de lo entendido. No hay que confundirlo con la fe, que es autosuficiente. Lo razonable es una herramienta, no un cáliz. Es así como existe un Dios de la fe y de lo razonable, ambos distintos. El Dios de la fe es de resistencia y conquista. El Dios de lo razonable es de descubrimiento. Bajo el lente de la resistencia y la conquista, el Dios de descubrimiento es falacia. Bajo el lente del descubrimiento, el Dios de la resistencia y la conquista es estéril.
Ahora permítanme bajarme del módulo de narrador omnipotente por un segundo. La categoría de resistencia le quita simetría a la oposición entre conquista versus descubrimiento, que así solas pueden verse como dos facetas de un mismo movimiento. Dejemos pendiente la reubicación de la categoría de resistencia. Y ahora, de nuevo subo al módulo de narrador omnipotente. Conquista y descubrimiento pueden verse como encarnaciones de la noción de concepción y percepción, respectivamente. Dos extremos de un continuo –sin el cual, por ejemplo, no tendría sentido hablar de progreso matemático–. El descubrimiento es dejarse conquistar por la otredad. La conquista es revelarse ante la otredad. Quizás la resistencia sea el centro de ese continuo, ese lugar que hay que cruzar, ese verbo que hay que conjugar, para ir de un extremo al otro. También, claro está, es el último lugar de repliegue más allá del cual nos recibe la epifanía.
Si hablo de ateísmo 2.0 es para superar el ateísmo 1.0, ese que hace de la razón un cáliz, que se muestra como Dios de descubrimiento cuando es de conquista. Allí se legitima el Dios de la fe que es de resistencia. Una resistencia transitoria mientras se acumulan suficientes herramientas racionales, suficiente dicción, como para dar la batalla en condiciones similares. En el campo de la razón el elocuente juega de local por ello tiene un claro interés en elevar el estatus de la razón. La fe es el legítimo refugio de aquel que carece de elocuencia.
miércoles, 16 de enero de 2013
Ética pública: bienestar e identidad
A propósito del reciente deceso de Guillermo Hoyos Vásquez anda circulando una de sus reflexiones sobre ética para ciudadanos. Este tipo de documento aporta luces sobre las políticas ciudadanas que se implementaron en Bogotá, especialmente en las administraciones de Mockus y Peñalosa. Ahonda sobre su motivación, su descripción valorativa del espacio público y privado, y sus objetivos. El documento también es interesante para entender los alcances y limitaciones de este tipo de políticas especialmente de cara a su proyección nacional. La Ola Verde fue un intento de esto, pero el tema tiene vigencia dada la acogida de estas políticas entre alcaldías y la persistente práctica de candidaturas presidenciales de ex-alcaldes. Un contrapeso a las políticas ciudadanas es la política "histórico-materialista", como la de Petro. Hasta qué punto es un contrapeso político más que práctico, pienso, es una pregunta conveniente.
Ética para Ciudadanos (Guillermo Hoyos)
Las administraciones con políticas que tienen como prioridad subir los estándares mínimos de bienestar son tendenciosamente interpretadas, por otros grupos de interés, como administraciones con una agenda de reivindicación histórica. Esta interpretación las hace vulnerables a la crítica de que carecen del pragmatismo para solucionar los problemas actuales (que suelen parecer más reales que los históricos) y que por perseguir quimeras crean más problemas que los que solucionan. Mi posición personal (que no aspira a la universalidad) es que los argumentos han de ser ponderados según las circunstancias concretas. Y aquí hay que tener mucho cuidado en no confundir los medios de comunicación con las "circunstancias", ni reemplazar a los medios de comunicación por la simple fe en la causa. Es preciso encontrar canales alternativos que jueguen el papel de criterios fenomenológicos y que sumen a la construcción ponderada de "circunstancia". Creo también que la mejor implementación que se puede hacer de reivindicación es en términos no de política, sino de políticas.
domingo, 28 de octubre de 2012
Otro suceso sin suceso
He superado mi primer ataque de pánico. Aunque mis vecinos aun no; no los volví a ver desde esa noche. El domingo, justo antes de la madrugada, me levantó un mal sueño. Un examen sin preparar en el colegio de los curas salesianos. ¿Asignatura? ¡Defensa de tesis! Me levanté con el corazón in crescendo. No demoré en el auto-diagnóstico: complicación cardiaca de inminente hospitalización (también conocida como taquicardia ordinaria en círculos menos histéricos). Salté de la cama. Salí al corredor en mi pijama-toalla-sudadera. Ya en el corredor llegó mi primer razonamiento: ¿y el hospital? ¿donde? Mientras pensaba en ello decidí que no podía ir solo. De repente –así, de repente– descubrí que no tenía a nadie en ese preciso momento y lugar. Pero la precisión era de escala geológica, estaba solo y el corazón se jugaba su última carta para hacérmelo saber. Solo conocía a alguien lo suficiente como para tener guardado su número de celular, pero lo suficiéntemente poco como para saber que ese número ya no estaba en uso. Irme solo en la bici con una complicación cardiaca era un plan que no estaba entre las letras del abecedario. Lo más sensato, por supuesto, era gritar desesperado. Allí estaba en la puerta de la pareja de vietnamitas. Golpeaba la puerta a contrapunto cardiaco. Parecían buenas personas pero esa noche descubrí que no están para uno cuando más los necesitas. Les grite en alemán, en inglés, en español y en desperanto. Ellos dijeron algo en un idioma que no logre reconocer. Por el tono entendí que no volverían a abrir esa puerta sino fuese con las maletas hechas. No tenía tiempo que perder, tomé la bici y me hice a la noche. A la vuelta encontré otra pareja que regresaba de alguna fiesta. Los abordé con la delicadeza de un vietnamita. Ellos me indicaron como llegar al hospital con una expresión que me decía que no lo encontraría fácil. Después de un kilómetro fue la epifanía, me topé con el templo evangélico. Y al otro lado de la calle, mejor aun, el milagro: dos taxistas tomando café. Finalmente llegué a emergencias. El lugar estaba tan desolado que pensé haber llegado por la salida. Viajé en el ascensor siguiendo todas las combinaciones posibles hasta que decidí salir del hospital avergonzado de mí mismo. Fue allí que encontré a alguien en la recepción. Le expliqué mi situación. Ella solo atinó a preguntar por mi pasaporte. Yo le di mi tarjeta del seguro de salud (uno de los pocos momentos en que sé lo que realmente quiere una mujer). En adelante todo fue atención personalizada. Míreme la nariz, respire profundo, perdone mis manos frías, ¿prueba de sangre? No gracias, solo agua. Amanecí en el hospital aunque mis síntomas no indicaban condición de gravedad. De la taquicardia no quedó ni el rastro –¿donde están cuando uno más los necesita?–. Todos mis síntomas eran normales, aparte de un "comportamiento inusual de las glándulas tiroides, el cual amerita un estudio detallado" bajo el auspicio de mi aseguradora. "Esta es una clínica evangélica" me dice Ben, el vecino en el cuarto. Este botón es para subir la cama y este para llamar a la enfermera. "¿Desea quedarse dos días más?" me dice alguien que luce como los doctores de la Tele. Podemos hacerle un seguimiento de 24 horas a su corazón pero tiene ya que ser el lunes porque el domingo no hay equipo. El techo del cuarto es bastante alto. "El edificio es de 1860" me dice Ben, y en el inmenso balcón me señala otro edificio: "ese es de 1920". El balcón tenía sillas Rimax y yo me sentía como en un pabellón de desquiciados (es así como me imagino mi jubilación; ¿acaso puede haber más júbilo que andar en bata exhortando a la batalla?). Pero los únicos desquiciados eran los enfermeros que fumaban como condenados a la resurrección. Ah! si fuese poeta hubiese aceptado pasar el domingo en ese viejo balcón. Mirando los empinados techos carmesí de la Alemania al otro lado del río. Pero no soy poeta, tan solo estoy en el lugar y el momento equivocados. Un examen que aun puedo posponer.
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