viernes, 11 de abril de 2008

Un buen estudiante en el Ministerio....

El ministro Colombiano de Agricultura, Andrés Felipe Arias, es un espécimen bastante interesante. Su conversión teórica sería un apreciable logro mediático para el postmodernismo en la región. Ejemplo prístino de práctica y discurso neoliberal. Su cargo constituye todo un emblema institucional. Su apuesta mediática y, me atrevo a decir, espiritual a la discusión objetivista, lo hace vulnerable a la razón instrumental. Aun sin aspirar a su conversión tenemos aquí a un interlocutor retóricamente útil. No hablare del caso Carimagua, aunque constituye una muestra significativa de sus modos de práctica, es decir, los modos neoliberales. Me interesa reflexionar sobre su posición coyuntural con el cultivo de la Palma a raíz de la alza en la demanda de biocombustibles. Su posición ha sido radicalmente clara: el incremento de los cultivos de Palma, sin salvedades, constituyen un beneficio para Colombia y los colombianos. Dentro de los colombianos, aclaro, no solo se refería a las grandes empresas del agro, sino también al pequeño y mediano agricultor. Siendo así, vale la pena formular a él y sus copartidarios ideológicos las siguientes observaciones y cuestionamientos. Para persuadir de que el cultivo de Palma constituye una solución pluralista, el ministro cita dos programas: uno en Tumaco donde, bajo el financiamiento y asesoría del ministerio, se construye una planta de procesamiento de aceite de Palma con fines de autoconsumo energético. El segundo ejemplo es una cooperativa en el nororiente del país, donde un grupo de pequeños productores de Palma han montado, bajo la financiación y asesoría del gobierno, una planta de preprocesamiento cuyo producto es vendido a la planta de procesamiento final del biocombustible. Por que habríamos de ser escépticos ante los argumentos del ministro? bueno, mi experiencia como vallecaucano, me permite una opinión de primera mano con un cultivo cuyas condiciones de producción y procesamiento no son muy distantes a las del cultivo de Palma y otros combustibles vegetales: el azúcar de caña. De hecho, en la actualidad se lleva a cabo una conversión de la producción de azúcar por la de etanol, un biocombustible derivado de la caña. La realidad de la caña en el Valle del Cauca es que no solo es un cultivo latifundista sino que sus ganancias se acumulan en los Ingenios, un grupo aun mas reducido de latifundistas que compran, producen y procesan la caña. Que nos asegura que esta historia no se va a repetir? dudo que otros cultivos proyectados para la producción de biocombustible puedan ser la excepción, esto se debe a la combinación de dos factores fatales para una industria que aspira a la integración socioeconómica: la distribución asimétrica de la tierra y la naturaleza extensiva del cultivo. Realizar un criticismo al cultivo de biocombustibles cuestionando la asimetría de la distribución de la tierra es una posición que encuentro políticamente legitima, sin embargo, personalmente, creo que no es congruente con la actualidad del mercado global de los bienes primarios. Quizás su tiempo llegue, pero no en el mediano plazo. Por otro lado, creo que estamos preparados, en la actualidad, para un replanteamiento de los modelos de agricultura extensiva al menos en ciertas regiones del país. A pesar de la casi insaciable demanda de biocombustibles en el mundo, como se ha expuesto, las condiciones de este cultivo no promueven una distribución "natural" de las ganancias ya que favorece la centralización de la propiedad y la producción. Si bien esta naciente industria promete un incremento en las ofertas de empleo en comparación con los que ofrece sectores como el ganadero y el azucarero, no tiene forma de competir con propuestas de agricultura intensiva como los son las frutas y hortalizas [1], cuyo mercado no ha sido explorado lo suficiente, eclipsado por el poder político de los sectores agropecuarios establecidos. La agricultura intensiva, no solo ofrece productos mas variados y cuyo procesamiento generan un valor agregado mayor al de los biocombustibles, sino que también demanda una mayor cantidad de trabajo industrial y en especial, por unidad de tierra, promoviendo así los asentamientos rurales en oposición con el crecimiento desmesurado y conflictivo de la población urbana y los problemas de gobernabilidad rural.


[1] Me refiero a Agricultura Intensiva entendida como aquellos productos cuyas especificidades de producción y mercado implican un uso intensivo en costo y mano de obra por unidad de tierra. Esto deja por fuera cultivos como la caña de azúcar y la ganadería intensiva donde, ni el producto, ni el mercado -real y no distorsionado!- exigen esta práctica.

No hay comentarios:

Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution 3.0 Unported License.