Todavía buscamos la aprobación de instituciones confiables antes que de nuestra propia reflexión epistemológica. Ello no solo responde a la perseverancia del paternalismo, también es una cuestión de economía individual y colectiva, manifiesta en la especialización cultural.
Cuando el individuo posee limitaciones di facto sobre el acceso a los recursos materiales y cognitivos, su libertad pasa por los contrapesos de aquellas instituciones que la administran de forma especializada. Esto es relevante ya que el discurso del liberalismo clásico es a menudo usado para crear una ilusoria idea de libertad que deja al individuo vulnerable al monopolio de unas pocas instituciones sindicadas bajo el nombre de mercado.
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